lunes, 16 de septiembre de 2019

El orden y la Ley - Capítulo 14 - Amor y dulzura

Y decidieron celebrarlo a su manera.  Rose se vistió adecuadamente, sorprendiendo a James porque estaba realmente espectacular.  El con traje y corbata, hacía gala del porqué las mujeres se le rifaban. Verdaderamente eran una pareja de portada de revistas.
Primero la llevaría a cenar al mejor restaurante y después a donde ella quisiera.  Estaba dispuesto a "tirar la casa por la ventana", ya que sería una de sus últimas noches que pasasen juntos, porque de regreso a Nueva York, no sabía lo que les aguardaba.  Y sentados uno frente al otro, elegían el menú. James, de vez en cuando levantaba la vista de la carta para fijarla en ella. Estaba bonita, muy bonita.  Nunca la había visto de esa forma, quizá porque nunca la había visto tan arreglada.  Cuando se conocieron, ella iba con el clásico traje oscuro y una blusa camisera y el pelo recogido hacia atrás.-  Después en el rancho usaba vaqueros y camisetas, que aunque estaba guapa con ellos. lo de esa noche era espectacular.  El sin embargo, iba vestido como habitualmente hacía:  traje y corbata, pero a pesar de ello, también recibía las miradas de algunas féminas vecinas de mesa.

Nunca la había visto beber en exceso, pero esa noche pensaba que toda la euforia que sentía, se debía sin duda al buen vino que había solicitado, y a la copa que, como entrante, habían pedido antes de la cena.  Estaba alegre, contenta, pero de ahí no pasaba; le resultaba extraño porque en realidad no la conocía, sólo durante estos días, ya que pocas veces coincidían en alguna parte y siempre estaba de servicio;  en esas circunstancias, sólo tomaba CocaCola.  Lo de esta noche era una excepción.  Y le gustaba esta Rose que se mostraba alegre, feliz y un poquito desinhibida. ¿ Sería por algún motivo ? Cada vez se sentía más atraído hacia ella, lástima que ambos tuviesen tan claro lo que sería una relación entre ellos.

Mientras cenaban, mantenían una conversación ocurrente y divertida, ya que por sus trabajos se daban anécdotas curiosas que nunca pensaron que podrían darse, pero que se daban. Obviaron los temas trágicos, que también contaban con ellos, pero la noche era para divertirse y recordar aquella noche con satisfacción, y de esta forma sería agradable de recordar si es que alguna vez volvieran a coincidir.

- Gracias por esta despedida magnífica - la dijo él apretando ligeramente su mano que descansaba sobre el mantel-.  Ha sido improvisado pero siempre la recordaré; espero que volvamos a repetirla en otra nueva oportunidad.   Es muy pronto y lo estoy pasando de maravilla ¿ te apetece ir a otro sitio ?- la dijo James
- Si.  Lo estoy pasando muy bien. Si, podríamos ir a bailar a alguna discoteca, por ejemplo- sugirió ella.
- Excelente. Me lo has quitado de la boca- dijo James

Rose sonrió malévolamente al aceptar la invitación que ella tenía en su cabeza.  No sabía lo que la impulsaba a hacerlo, pero tenía la necesidad de acercarse más a él, y el baile era lo más propicio.  Ella nunca se comportaba de esta forma, nunca había sido una depredadora de hombres.  Algún compañero que lo pretendió salió por pies al ser rechazado por ella de inmediato, pero James era diferente.  Desde que le viera, por vez primera, de vez en cuando,  se colaba en su cabeza el rostro agraciado de él.  Y esta noche había decidido que aceptaría lo que sucediera entre ellos.  Presentía que a él, por su forma de mirarla, no le resultaba indiferente y conociendo la debilidad que tenía por "unas faldas", pensaba que las suyas le serían muy atrayentes y ella no perdería la ocasión.  Eran libres, mayores de edad y sin compromisos conocidos, y la ocasión les era propicia. No, no la despreciaría si James la insinuaba  que pasasen la noche juntos.

Y se dirigieron hasta el hotel más lujoso de Westway, que no era de super lujo, pero podía valer. A la derecha de la entrada principal, estaba la de la discoteca, perteneciente al hotel y que se comunicaba con su vestíbulo. A James le pasó por la cabeza reservar una habitación, pero no terminaba de decidirse por desconocer las intenciones de Rose.  No quería violentarla ni preguntarla si daba su aprobación.  Ella no era una cita casual a las que estaba acostumbrado;  ella era distinta y distinto era lo que deseaba, por eso aguardaría a recibir alguna señal que le indicara que ella estaba de acuerdo en que pasaran la noche juntos.
 No iba a ser una noche más, al menos para él, pero también sabía que una vez tomase el avión de regreso a Nueva York, el panorama sería distinto.  Posiblemente tardarían en verse porque la distancia de ella no se acortaría hasta dentro de algún tiempo, y luego estaba su endemoniado trabajo por el que él estaba totalmente en desacuerdo por el peligro que entrañaba.  Sólo de pensar que pudiera sufrir algún percance le ponía los nervios de punta.  Si quería  tener algo serio, sería requisito indispensable que dejara de ser policía, algo que sabía positivamente a lo que no renunciaría.  Había abandonado la comodidad de su casa y a su padre por serlo, así que no tenía la más mínima esperanza de que lo hiciera si él se lo pidiera.  Por mucho que le doliese, no pasaría de ser un encuentro ocasional, si es que llegara a producirse.
 Les acomodaron en una mesa cercana a la pista, pero lo suficientemente alejada del resto.  Pareciera que el camarero adivinase que estaban celebrando algo muy especial y deseaban privacidad, lo que se tradujo en una suculenta propina por parte de James, mientras pedía algo de beber.  Y la orquesta comenzó a desgranar unas melodías románticas, dedicadas especialmente a las parejas allí concentradas.  El la tomo de la mano y se dirigieron a la pista;  allí la enlazó por la cintura sonriendo.  Esta sería la segunda vez que habían estado cerca uno del otro.  La primera fue también su primer beso, que ella no rechazó aunque puso bastantes pegas. Juntó su cara a la de ella y la atrajo hacia él besando ligeramente su mejilla. Ella entornaba los ojos, pero no protestaba y tampoco se separaba.  Admitía sus caricias, unas caricias improvisadas pero que excitaban a James.  La besaba en la sien  y le llegaba el perfume de ella y  ésto hacía que la deseara aún más. Y tomó la decisión de cruzar la línea invisible que se habían marcado. Los besitos dulces, recorrían su cara hasta llegar hasta la comisura de sus labios, y allí depositó un beso apretándola más contra su cuerpo.  Ella seguía sin rechazarle, lo que hacía que nacieran esperanzas de pasar una noche inolvidable.

Al separarse, se miraron ambos a los ojos fijamente, serios, sin palabras, pero sus miradas eran elocuentes, y sus respiraciones algo alteradas.  James la tomó del brazo y la condujo hasta la mesa;  ella le miraba sorprendida; no era lo que esperaba, pero él dijo:

- Quédate aquí y no te muevas.  Regreso enseguida

Dio media vuelta y se dirigió a la salida de la discoteca.  Rose le seguía con la mirada sin entender lo que había ocurrido.  No entendía su reacción, habían vivido el momento a plena satisfacción por parte de ambos.  Ella lo había notado cuando la aproximó, ¿ entonces?  Pero antes de que pudiera hacer más conjeturas, le vio entrar de nuevo en la sala e ir en su dirección.  Venía sonriente lo que la tranquilizó bastante

- ¿ Qué ocurre ? -le dijo pensando que quizá hubo de ir al servicio
- Nada. Estoy muy bien
- ¿ A dónde has ido ?
- A reservar una habitación. Parece ser que está todo lleno porque celebran  una despedida de soltero y sólo quedaba libre la que nos han dado.  Espero no te disgustes; es una suite. Pensé que como se nos iba a hacer tarde y estábamos contentos, felices y algo bebidos, sería mejor hacer noche aquí y mañana ponernos en camino a casa.  Ya he avisado para que no se preocupen. Zulma me ha dicho que tu padre ya estaba en la cama, pero que se lo diría mañana ¿ Te parece bien ?
- Si, si, claro.  Pero como te has ido tan de repente, creí que te pasaba algo.
- Bueno, algo si me pasa, pero se me pasará.  He de decirte que estás preciosa y me has sorprendido mucho, muchísimo
-¿ En serio no te pasa nada?  Te noto muy raro y no sé porqué me parece que me ocultas algo.
- No quiero ocultarte nada, pero me da miedo de cómo lo vayas a interpretar.  Te deseo Rose, muchísimo.  Vamos a tardar mucho en vernos y ...
- ¿ Deseas que nos acostemos?
-Si, lo deseo. Pero ha de ser con tu consentimiento y dejando a un lado los reproches de que si es un error. ¿ Tú lo deseas?  Porque eso es lo que cuenta
- Si lo deseo tanto como tu, y aunque sé  que no nos conducirá a nada serio, quiero estar contigo esta noche

James apuró de un trago la copa que tenía a medias. No se lo podía creer:  ella aceptaba acostarse con él, sin pegas, sin reproches, con naturalidad.  Ni en los mejores sueños lo había imaginado.  Le miraba sin pestañear, esperando quizás alguna respuesta de él, y la obtuvo, tomó su mano, la besó y llamó al camarero para pagar las consumiciones.  No podía esperar más.  La deseaba y ella a él, subirían a la habitación ya mismo, no fuera a ser que se arrepintiera.

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